¿Alguna ves has sentido celo? ¿Te han celado a un punto incomodo? O tu perrito no ha permitido que nadie se te acerque, esto son varias maneras en el que el celo se presenta. Los celos son un fenomeno universal que se presenta en todos los seres humanos. Pero es importante entender que no son exclusivos en los humano, los animales tambien expresan celo. Son una emoción que nos alerta de que algo o alguien que valoramos nos puede ser arrebatado, por un tercer sujeto-objeto. Los celos pueden surgir por varias razones: experiencias pasadas, experiencias familiares, baja autoestima, desórdenes mentales, entre otras. A continuación vamos a ver distintas modalidades de los celos, como se presentan y recomendaciones para manejarlos efectivamente. El celo le puede ocurrir a cualquiera, el detalle está en como lo manejas.
Las relaciones sociales satisfacen importantes necesidades de los seres humanos y en una gran medida, el que estas relaciones sean de buena calidad influyen en la salud mental de las personas. Debido a los beneficios que las relaciones sociales proporcionan es muy frecuente y común que los humanos compitan por obtenerlas y que existan emociones que tenga como finalidad protegerlas. Los celos es una de las emociones que tiene esta finalidad y son un fenómeno universal del que no se escapa el ser humano en ningún período, en ninguna cultura. El contexto cultural influye en las emociones, de tal modo que adquieren su significado real en situaciones interpersonales hasta el punto de que son construidas socialmente (Harré, 1986). Las emociones son derivadas de un sistema de creencias y valores de un grupo social determinado, por lo cual las emociones son aprendidas y adquiridas por las personas a través de la socialización. Los celos son una emoción compleja negativa, que surgen ante la sospecha real o imaginada de una amenaza a una relación considerada valiosa. Según Pines (1998) los celos son una respuesta que nos alerta de que una relación que queremos mantener está siendo amenazada.
La Psicología Evolutiva ha sido la que ha mostrado más interés en entender y analizar las relaciones amorosas y la influencia que los celos desempeñan en ellas, ya que también se ha visto los celos como uno de los factores causales en la violencia de género. Desde una perspectiva evolucionista se han llevado a cabo varios estudios por David Buss y colaboradores que han encontrado que el hombre se siente más preocupados que las mujeres por una hipotética infidelidad sexual de sus parejas y que las mujeres se preocupan más que los hombres ante una hipotética infidelidad emocional. Según los psicólogos evolucionistas esto se debe a las diferencias genéticas entre hombres y mujeres. Las diferencias encontradas entre mujeres y hombres son debidas a los diferentes problemas adaptativos que han tenidos que afrontar durante el curso de la evolución para garantizar el éxito de la supervivencia y la transmisión de los propios genes.
Según la teoría de Robert Trivers (1972), existen importantes diferencias entre hombres y mujeres en la cantidad de energía que invierten en la reproducción de sus genes y en el grado de seguridad de tal inversión. Lo cual, según esta teoría, explica que en los hombres los celos constituirían un mecanismo de alerta ante las amenazas a la seguridad de su paternidad y en la mujer la principal amenaza es que su pareja desvíe recursos hacia las crías de otras mujeres con las que mantiene relaciones. La evolución de los hombres hacia los celos sexuales tiene que ver con el intento de garantizar la paternidad y tener certeza de que las inversiones en la prole lo son en los propios genes, pues los hombres para garantizar la transmisión de sus genes necesitarían una pareja sexualmente fiel y así evitar el riesgo de invertir en un hijo que no fuera suyo.
Los celos se pueden ver de distintas perspectivas, ya anteriormente vimos la perspectiva evolucionista. Desde la perspectiva cultural, la cultura determina las condiciones generadoras de celos y las respuestas que se esperan en tales situaciones. Los celos no deben verse como una emoción estática y unitaria, sino multifacética, en la que la cultura desempeña un papel muy importante. Desde una perspectiva socio-construccionista, la aparición de los celos dependerá de los acuerdos socialmente compartidos sobre qué situaciones suponen una amenaza sobre algún aspecto relevante que la persona posee, bien ser la propiedad sexual, la autovaloración, el matrimonio, etc. Los Celos, como cualquier emoción, no deben ser estudiados al margen de la cultura en la que se han formado y en la que se expresan. Según Mead (1934), la conducta de un individuo no puede entenderse fuera del grupo social al que pertenece.
El sentimiento de los celos es innato, no cabe duda de que determinadas conductas lo estimulan y fomentan, mientras otras tienden a minimizarlo, por lo tanto se entiende que los celos responden a factores socioculturales. A estos factores socioculturales cabe añadirle factores individuales tales como características de la personalidad y nivel de autorrealización del sujeto. Los Celos se presentan en todas las edades, con características propias. Existen varios tipos de celos, entre ellos están: los celos sexuales o románticos, los profesionales, los familiares, los artísticos, los de estatus, etc., estos también están condicionados por pautas sociales.
Los celos pueden generar por distintos acontecimientos o aspectos: falta de confianza en uno mismo, experiencias familiares, experiencias vividas, trastornos psicológicos. La falta de confianza en uno mismo se refiere a que las personas que son inseguras de sí mismas no se sienten merecedoras del amor del otro y esto lleva a desconfiar de la sinceridad y cariño de su pareja y así surge el pensamiento de que nuestra pareja encontrará alguien mejor con quien estar. Los celos por experiencias familiares se deben a que es probable que aquellas personas que hayan presenciado escenas de celos entre sus padres tengan mayor predisposición a ser celosos y a repetir historias. Por otro lado, hay quienes han sido traicionados y no logran superar ese suceso y probablemente tengan problemas para confiar en una nueva relación. Y los desórdenes mentales se presentan más en personas con personalidades paranoides, narcisistas e histriónicas, que presentan una gran tendencia a desconfiar continuamente de los demás y por consiguiente desarrollan una celotipia.
Los celos amorosos se pueden presentar de distintas formas. A veces los celos se tienen de una persona que es la pareja de otra y que el celoso quiere para sí; otras veces, no es exactamente el amor, sino el amor propio y el sentimiento de posesión el que los provoca; también en ciertas ocasiones, la infidelidad sexual no se contempla, pero se tienen celos de las atenciones que la pareja tiene para y recibe de una tercera persona. Los celos tienen como denominador común tres elementos esenciales: el sujeto celoso, el objeto celado y otro sujeto que posee o pretende poseer este objeto. La persona celosa, hombre o mujer, se siente poseedor absoluto y exclusivo del otro miembro de la pareja. El celoso puede permitirse libertades de las que no toleraría al otro en ninguna circunstancia. Para el celador, la persona apetecida no debe ser apetecible a nadie más, incluso cuando esta persona, legal o socialmente está vinculada a un tercero y no a él. Esto se dirige más un desorden mental.
Es usual que la persona celosa lo esté por acontecimientos actuales, pero no es raro ver la existencia de celos retrospectivos y con menos frecuencia, prospectivos. Cuando se sienten celos retrospectivos el individuo sufre porque su actual pareja ha amado y ha sido amada, es decir, que a su entender ha pertenecido a otra persona. Para desencadenar una reacción celosa, basta la simple mención del nombre o el casual encuentro con esta persona o con alguien o algo relacionado con ella. Por otra parte, los celos prospectivos hacen referencia al temor de que en un futuro se presenten situaciones que, a juicio del celoso, lo justifique. Un ejemplo de esto es una mujer que se atormenta y a atormenta a su pareja porque cuando ella se sienta vieja y menos atractiva, el buscará otra persona. Según Daly y Wilson (1982), las conductas celosas se ponen en marcha muy a menudo tras la ruptura de la pareja. El sujeto que se siente abandonado tiende a pensar que esta situación viene determinada por la aparición de un tercer personaje y revindica “sus derechos” a quien supuestamente ha motivado la ruptura.
Estudios coinciden en que la infidelidad sexual del compañero causa en la mujer menos alteración que su infidelidad emocional mientras que, por el contrario, el hombre se siente mucho más afectado por cualquier aproximación sexual de su pareja a otra persona. Pero un estudio realizado por Jesús M. Canto Ortiz y colaboradores en 2009, revelan que hay varios factores que influyen en cual infidelidad le afecta más a hombre y a mujeres. Se encontró que las mujeres sí se preocupan más por infidelidad emocional y en los hombres los dos tipos de infidelidad la afectan casi por igual. En las mujeres se dio una asimetría constante en cuanto su preocupación por la infidelidad emocional, mientras que los hombres la asimetría no fue tan constante y estuvo más influida por características de la relación: si poseen una relación con una duración de 3 a 7 años, si esperan que la relación no sea para siempre sino tan sólo para unos años, si se sienten muy seguros en la relación, si ven muy atractiva a su pareja, si la dejarían por otra y si se consideran muy celosos, en estos casos les preocuparía más la infidelidad sexual. Al parecer una de las variables que provocó un cambio en la tendencia de la respuesta de los hombres fue la duración de la relación.
Siempre teniendo en mente que la mujer tiende a ser más emocional en comparación con el hombre, socialmente la hombría se mide por dominancia. La mujer tiende a sentir siempre mayor emoción ya que socialmente se le ensena a ser más emotiva sin embargo al hombre se le ensena a no demostrar su lado emocional.
El fenómeno de los celos es dimensional, su intensidad varía no sólo de un individuo a otro, sino también, en un mismo individuo, por lo general, acrecentándose con el paso del tiempo. En su forma más simple los celos no pueden considerarse patológicos, incluso puede tener aspectos positivos: un mínimo temor a perder lo que amamos puede inducirnos a cuidarlo mejor, tenerle más atenciones, procurar su bien, etc. A veces los celos moderados pueden verse bien para la pareja, que en algunos casos al sentirse que no es celado piensa que por lo tanto no es amado, porque piensan que en el fondo si la pareja tiene miedo a perderla es porque la ama y la valora.
El sufrimiento que los celos pueden producir, tanto al celoso como al celado, puede alcanzar un punto en que se desestructure por completo la relación de la pareja en la que cada uno de sus miembros vive simultáneamente sentimientos contradictorios: ama y odia; quiere confiar, pero desconfía; pretende olvidar, pero no puede pensar en otras cosas. Es aquí cuando van entrando el término de los celos patológicos. Es difícil detectar cuando se está cruzando la línea que los divide, porque el sufrimiento del sujeto no es suficiente para decir que es una patología. En cambio, se consideran patológicos cuando la situación que ha despertado los celos se instala permanentemente en la mente del sujeto, desplazando otros pensamientos o prevaleciendo sobre todos ellos y cuando, en consecuencia, su conducta externa viene determinada por esta situación (Enrique Gonzáles, 2005).
El comportamiento que refleja los celos es muy variable, depende en parte de la personalidad de quien lo experimenta, de su nivel de autocrítica y de la intensidad de los celos. En ocasiones, el sujeto se da cuenta de lo inapropiado de su preocupación, pero no puede obviarla, como el obsesivo, el tema se hace omnipresente, disminuyendo la capacidad de concentrarse en pensamientos alternativos. La vivencia celotípica puede hacerse delirante. Esto, es decir, que el sujeto tiene la convicción es incontrovertible, el sujeto tiene la seguridad absoluta de que la realidad es tal como el sujeto la vive y ningún razonamiento, ninguna evidencia objetiva, la modifican en lo más mínimo. Otros comportamientos similares pueden presentarse cuando hay daños cerebrales, tumorales, vasculares o traumáticos, y también por el abuso de drogas y alcohol, entre otras.
Al ser los celos un fenómeno universal, es inapropiado hablar de prevención y tratamiento de los celos. Sin embargo, pueden utilizarse los factores culturales y educativos, para hacer recomendaciones como: recomendar a los padres y a todos los que rodean al niño que abstuvieran de todo aquello que le incite a creer que está por encima de los demás, que sus derechos no implican ningún deber, que su por especial situación todo, incluyendo las personas, le pertenecen. Esto significa que hay que hacerle comprender que el amor que se le da no se sustrae de nadie y que nadie le robará este amor, aun cuando los padres, por ejemplo, se amen entre sí y amen a los posibles hermanos del niño. Es también importante no provocar celos directamente, ni en el niño ni el adulto. El recurso de coquetear con terceras personas para aumentar el interés de su pareja, para advertir a su compañero(a) que tiene otras opciones, puede ser un arma de doble filo. Esto puede despertar una inseguridad latente y producir conductas celosas que realmente deterioren la relación de la pareja o abrir la opción de frustración resultado en agresión.
Una buena delimitación de lo que es tolerable o no, establecida al comienzo de la relación, puede evitar la aparición de los celos. Para que esto ocurra es necesario que entre ambos miembros de la pareja haya una total transparencia, que cualquier tipo de encuentro con otra persona se comunique a la pareja o que por lo menos no se oculte. Cuando hay necesidad de ocultar el encuentro con una tercera persona, se debe preguntar a sí mismo, el porqué de esta necesidad. La ocultación de hecho, tanto más banales son, estimulan la susceptibilidad.
La educación del individuo en los valores de tolerancia, respeto y reconocimiento de los derechos del prójimo es la base para prevenir conductas celosas. Y en un nivel más próximo, la formación adecuada de la pareja, promoviendo una buena comunicación puede ayudar a esta prevención. Lo ideal en una pareja es intentar un equilibrio para que ninguna de las dos partes se vea dañada y sí en cambio recompensada. Pero para esto se debe trabajar primero con uno mismo.
Generalmente los celos se basan en nuestras propias inseguridades más que en las actitudes de nuestra pareja. Es decir que cuanto más seguros nos sentimos con nuestra pareja, de nuestra relación y de nosotros mismos, menos sufriremos de celos, estos serán menos intensos y duraderos.
Además de trabajar con uno mismo y darse cuenta de que los celos pueden ser muy dañinos para la relación y para la persona amada, debemos esforzarnos por ser más objetivos y aprender a diferenciar los que son los hechos reales de los que pueden ser manipulados por nuestra imaginación. Hay que tratar de ser más tolerantes y dejar espacio a nuestra pareja, siempre y cuando manteniendo la comunicación de lo que nos podría estar afectando y causando sufrimiento, con ella. Es importante tener en cuenta que: el formar pareja no implica que alguno de sus integrantes o ambos tengan derecho a dirigir la vida del otro, ni en su forma de vestir o de comportarse; que las relaciones familiares o laborales no deben ser consideradas amenazantes para nadie; que no importa lo que pase, nada justifica la violencia y el control. Todas las decisiones de la pareja deben ser tomadas en mutuo acuerdo. Si se considera que pueden ser celos patológicos, es importante recurrir a ayuda psicológica, preferiblemente ambas personas involucradas en la relación, y sin excluir la ayuda de posibles fármacos para calmar la ansiedad o nivelen los estados de ánimo.
Entendiendo esto yo utilizaria la teoría de Albert Ellis la del REBT para explicar este fenomeno de una manera psicoeducativa. Partiendo de la base de esta teoría donde tratamos como terapeutas de traer a razón un pensamiento irracional, entiéndase un celo patológico que como mencionado anteriormente una vez se mete en el pensamiento de la persona las situaciones y pensamientos aumentan y llegan a un punto exagerado, un nivel irracional. Como terapeuta hay veces que el confrontamiento podría ser productivo para que la persona tenga mejor pensamiento crítico hacia la situación que en muchos casos la misma persona se expuso. Si se confronta a tiempo se podría evitar la obsesión con que esa sea la situación. En ocasiones se podría perder de perspectiva la realidad que se vive y convertir ese pensamiento dañino en su nueva realidad cosa que se puede evitar con una intervencion de un profesional de la salud mental.
Esto está ligado a tantas cosas desde la violencia de género hasta el desempeño laboral, podríamos pensar que al ser natural no es tan alarmante, pero debería ser algo que se enfoque más las escuelas en plantear como manejar estas situaciones que vivimos todos. Hemos visto como la generación actual crece en violencia y mucho se debe a que cosas tan simples como el celo no lo aprenden a manejar porque los que están criando tampoco lo manejan efectivamente.
Como la naturaleza puede ayudar
El poder que tiene la naturaleza en cada uno es incalculable, comer más orgánico, salir más frecuente a caminar, coger un"break" en el trabajo para caminar y respirar aire fresco, meditar al aire libre entre muchas actividades que se pueden realizar en contacto con la naturaleza han sido estudiadas a saciedad y todas hablan del impacto positivo que tiene en nuestra salud física y mental.
Leyendo acerca sobre el “Nature Deficit Disorder” descrito por Richard Louv, como un distanciamiento que el hombre ha tenido de la naturaleza, es importante destacar como algo que es tan sencillo como rodearte de naturaleza e interactuar con ella puede ayudarte a manejar muchos problemas de los que son diagnosticados hoy día.
Investigaciones demuestran, como la importancia de la naturaleza influye de manera productiva en la salud, en las habilidades de aprendizaje y la cognición en situaciones de pareja. Estudios realizados en California y por los Estados Unidos han demostrado que la educación en clases al aire libre y otras formas de educación basadas en la naturaleza han mejorado el nivel de aprovechamiento en los estudiantes en clases como: estudios sociales, ciencia, lenguaje y matemáticas. Incluso un estudio hecho por la American Institutes for Research en el 2005, encontró que los estudiantes de ciencias que están en un ambiente al aire libre mejoran hasta un 27% sus calificaciones, en esta materia. Y a su vez estudios realizados entre inseguridades de parejas adolescentes han sido relativamente bajos en comparación con adolescentes del sistema educativo público.
Y en cuestión de trastornos el contacto con la naturaleza puede ayudar en la depresión,ansiedad, manejo de estres, humor y energia, a reducir significativamente los síntomas de ADHD y ASD, incluso ayuda en la obesidad. El poder de la naturaleza ayuda a la persona a tener una mejor concentración y estimula su creatividad. Todo esto influye en las calificaciones escolares, en las cuales se ha visto como con el contacto con la naturaleza se mejora las destrezas de resolver problemas, el pensamiento crítico, que tanto se afecta con el contacto excesivo de redes sociales, y también ayuda a mejorar la toma de decisiones. Con todos estos beneficios, ¿Por qué es más fácil alimentar lo que nos hace daño?
Referencias
Anton, J.M (2001-2002) Los celos en la pareja Reflexiones a partir de una casuística. Systematica, 9-10,1-8.
Canto, J.M & Burgos (2009) Diferencias entre sexos en los celos románticos: una confrontación teórica. Psicología & mfoco 2(1), 120-130.
Canto, J.M, García, P. & Gómez J. (2009). Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad. Athenea Digital, 15, 39-55.
Carlen, A.M., Kasanzew, A. & López, A.F. (2009). Tratamiento cognitivo conductual de celos en la pareja. Revistas Electrónica de psicología Iztacala, 12(3), 173-186.
González, E. (2005). Celos, celos patológicos y delirio celotípico. Revista Psiquiatría Facultad Medición Barna, 32(1), 14-22.
Scheinkman, M. & Werneck, D. (2010). Desactivar los celos en las relaciones de pareja: un enfoque de múltiples dimensiones. Family Process, 49(4), 486-503.
Serra , M.E ,Celos en la pareja. Diario Noticia de la Costa. p.6 . (2010, 27 de noviembre).
Comments